miércoles, 30 de enero de 2013

Un tiempo, un lugar...

Algún día las personas dejarán de creer en sí mismas. Dejarán de creer en ellos a la misma vez que la sociedad les obliga, de algún modo, a dejar de creer en todo lo que les rodea.
Las personas se mirarán al espejo, y no verán en sus ojos la capacidad de hacer realidad sus sueños, no verán posible la capacidad ni de soñar, de imaginar. Enamorarse dejará de formar parte de los corazones de la gente, las alas cortadas llenarán las calles. Ni ilusiones, ya no quedará nada, ni si quiera juntando los miles de pedacitos de corazones rotos.
Y entonces, el cielo se volverá gris, puede que las nubes lleguen a irse, pero el sol no saldrá. La luna se marchará a llenar de plata otro lugar, las estrellas dejarán de brillar y las ramas de los árboles dejarán de ser mecidas por el viento. La primavera se cambiará por un hostil invierno, la música dejará de sonar, hasta que el corazón no vuelva a sentir, hasta que las personas vuelvan a volar, hasta que volvamos a respirar, hasta que volvamos a amar.
Hasta que los sueños decidan volver a nuestras almohadas, hasta que nuestras mentes se desaten, y seamos capaces de volver a nacer.

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