lunes, 13 de agosto de 2012

Quédate con tu cabezonería

Quédate con tu cabezonería y acabarás perdiéndome, quédate con lo que de verdad te haga feliz y me quitaré de en medio, dime lo que piensas y no tendré más que decir.
Sé sincero.
Déjate de niñerías y sé sincero, sólo una vez. Y de mi boca no volverá a salir ni media palabra en dirección a tus oídos, nunca más. Me iré para no volver, para no acordarme de ti en cada canción, cada vez que paso por esa playa, por ese camino, por esa carretera. Dímelo y no volverás a saber de mi.
Pero dímelo, porque cada palabra que te callas me quema dentro, porque cada silencio, cada vez que veo que vienes y te vas y yo sigo invisible, me mata y me ciega, y lo peor es que lo sabes, lo sabes, y no haces nada por impedir que las cosas me vayan peor de lo que me van, no dejas de ponerme las cosas más difíciles de lo que son.
Yo podría hacerte feliz 25 horas al día, de las 24 que tiene, si tú no pasaras de mi las 26 horas del día, si no fueses tan frío, si de verdad te dejases llevar. Pero no, tú siempre vas a lo difícil. Tú siempre decides que lo mejor es hacerte el duro, ser puro hielo, un orgulloso y con la cabeza bien alta grande.
Y me rindo. De verdad que lo he intentado pero no puedo más, no puedo más con esto de mirar y callar. He dado todo y más, me he volcado por completo, tanto hasta caerme y hacerme daño, he dado hasta quedarme sin aliento e intentar dejarte sin él, pero de ti siempre he recibido lo mismo, nada. Me he quedado vacía por dentro y por fuera. Y de mi ya no queda nada, me derrito como hielo al sol... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario