Pienso que he estado demasiado perdida y que me han pasado muchas muchas cosas, entre otras no poder escribir y creo... creo que ya no sé. Porque me he enganchado a la felicidad como dice Amelie María , como al cigarro de las cuatro y media, porque me he enganchado a los amigos, al perfecto sonido de las carcajadas, me he acostumbrado al humo de los conciertos, me he acostumbrado al frío de diciembre. Porque le termino cogiendo cariño a las cosas tontas, como aprender a jugar al futbolín, como a esa coca-cola en el bar, le he cogido cariño a las antiguas tardes en el parque, al crujido de las pipas y a los labios hinchados de la sal, echo de menos los bancos donde me pasaba las tardes, y a veces ... solo a veces, a aquel parque de los olivos, a su césped y a sus colillas de tabaco.
Y porque ahora, 12 de diciembre, sólo pienso en lo que cantaré en nochebuena, en que me voy a dejar la mano estas navidades tocando la zambomba y en que me voy a empachar de bombones y mantecados, que este año voy a probar suerte y a tomarme las 12 uvas, que mi propósito de año nuevo va a ser ser feliz, y no dejo de pensar en los pies que se me van a quedar después de bailar y en la voz que se me va a quedar de tanto cantar y reír.
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