domingo, 18 de diciembre de 2011

Una camiseta, una ducha, y una larguísima historia

Sí, hoy se me había ido la cabeza a otro sitio y llevaba puesta la camiseta de mi ex, la única camiseta que no le había devuelto cuando lo dejamos, el único pedacito de él que me quedaba, sin contar sus dibujos y los billetes del autobús. Me sentía extraña, a punto de quitármela y a nada de abrazarla, tenía ganas de hablar con él de repente, tenía ganas de ir mañana al instituto y encontrarme con su cara, reírme de su estúpido peinado   y engañarme, sobre todo engañarme, otra vez.
La cosa no acaba aquí. A mi las duchas siempre me han echo pensar mucho, bueno, esta vez no pensé demasiado... el caso es que me dije a mi misma que en cuanto saliese de aquella ducha, iba a conectarme como una loca al único perfil donde lo tengo agregado, para hablar con él, para preguntarle cosas, para responderme a mis dudas, se me pasó por la cabeza una remota esperanza de que pudiésemos arreglarlo.
Sí, arreglarlo, llevo unos días pensándolo. Pensando que prometimos que no íbamos a ser como "esas estúpidas parejitas que lo tiran todo por la borda", pensando que quizás este diciembre no iba a ser tan frío, no porque fuese a tener nada de nuevo con él  sino simplemente porque lo admito, lo echo de menos, y me da igual la forma en la que lo pueda llegar a entender, es sencillo. Yo lo sabía, lamentablemente lo sabía desde la primera vez que hablé con el por chat, lo sabia todo ese tiempo hasta justo el día que lo perdí. Y se me olvidó hasta unos cuantos días atrás, porque por alguna razón he vuelto a recordarlo después de dos meses. Puede que sea por ese chico que me recuerda todos los días lo lejos que ahora está de mi, puede que fuese por ese raro sueño que consiguió trastornarme la cabeza por completo, puede que sea el volver a ver su perfil, o que sea porque he vuelto a ver tendida su camiseta que hacía tanto que no veía, porque posiblemente estuviese arrugada, en el fondo de mi armario, desde el día que me enfadé e intenté romperla.
Sabes, es justo como si mi cabeza se hubiese quedado anclada en los buenos tiempos, como si todo lo malo hubiese caído en coma, y lo odio. Porque no sé que va a pasar conmigo, con los círculos viciosos y con las fotos nuestras que aún no me atrevo a borrar. En si las cosas vuelven a empezar o si el primer punto que aparezca será el final.
Lo peor de todo es que hoy no me da la gana de quitarme tu estúpida camiseta, porque por mucho que pase,  no deja de ser estúpida.

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